Hoy es el primer día del resto de mi vida, aquello que me mantenía tan completo se ha marchado y quizá no vuelva jamás.
El aire es más pesado ya no se siente igual de ligero, es denso, caliente, esta enviciado de tristeza; una humareda que me llena los pulmones y provoca lágrimas.
Las horas pasan más lento y la ausencia hace que cada una duela distinto, se siente como espinas afiladas clavándose en mi pecho, cicatrices que no se borrarán con el paso del tiempo.
Hoy es el primer día de un dolor fulgurante, quemante, son heridas en carne viva que arden con cada suspiro, llagas por donde se me escapa la vida.
Se me escapa la vida de entre los dedos, se mueve sin control y abandona mi cuerpo yendo a buscar a quien se ha marchado.
Hoy mis estrellas murieron, ya no brillan en mi cielo, porque se fueron a iluminar tu firmamento, persiguiendo la estela de tu recuerdo.
Hoy mis alas se quemaron, y dejaron de permitirme cruzar el cielo, se volvieron inútiles porque dejaron de batirse al ritmo de tu pecho, porque ya no tuvieron a quien abrigar, y me dejaron caer de lleno contra el mar del olvido, donde me encuentro rogando por el aliento que emanaban tus suspiros, pero sigo cayendo sin remedio, olvidándome de mi mismo.
Hoy… es el primer día del resto de mi vida, el primer día donde vivo, mientras sin remedio muero.
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