Hoy les dejo aquí una de las recetas más sencillas, deliciosas y adictivas que pueden existir sobre la faz de la tierra. La mantequilla de almendras. Para untar en las tostadas del desayuno, para acompañar fruta en la merienda, para añadir una cucharada por encima a los porridge y boles de frutas, para mezclarla con yogur… ¡Es un vicio!
Solo lleva 1 ingrediente: almendras. Sin conservantes, ni endulzantes, ni nada de nada. En tan sencilla y dura tanto tiempo en la nevera o en la despensa, que merece la pena hacerla en casa.
Está tan buena que dan ganas de comerla a cucharadas pero ojo, que es fruto seco y aunque saludable, es calórica así que con medida. Si tenéis peques, podéis optar por esto en lugar de mantequilla o nocillas azucaradas. Es cien por cien natural y ¡les encanta!
- 500 gr de almendras crudas
- Precalienta el horno a 180º con calor arriba y abajo.
- Coloca las almendras crudas en una bandeja o fuente de horno y tuéstalas 10 minutos. Hasta que estén un poco doraditas pero con cuidado de que no se quemen porque podrían amargar.
- Sácalas del horno y deja que se enfríen.
- Pon las almendras tostadas en un procesador o en la thermomix y tritura a máxima potencia durante 12-15 minutos. No pongas la velocidad a tope de golpe, vete subiendo progresivamente. Tendrás que abrir varias veces el vaso y bajar con una espátula lo que se haya quedado por las paredes.
- El resultado será una pasta o mantequilla con una textura suave y untuosa. Si te quedan grumos, tritura unos minutos más. Recién hecha queda bastante líquida pero al enfriarse se espesará un poco. Guárdala en un tarro de cristal hermético en la nevera y, ¡a disfrutarla!
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